Lo que no te han dicho de la ley universitaria
Con todos sus pro y sus contra ¿Va o no va?
Hoy se debate la propuesta de ley de reforma universitaria en el pleno. Por su puesto, la educación superior - que hoy por hoy es bastante precaria- tiene que renovarse. Bastante lejos de crear especulaciones, hay que aclarar que las modificaciones que se realizarán no nos afectarán a los estudiantes actuales ya que ninguna ley puede regir en retroceso. Pero desde mi perspectiva como estudiante de una nacional, no puedo evitar ser crítica a lo que se plantea en dicha ley que, a mi parecer, tiene puntos muy plausibles, pero también cuestionables.
La restricción de la educación gratuita a solo la primera carrera: ¿Y si luego, al laborar, encuentro mi segunda vocación? ¿Y si me doy cuenta que al salir la carrera no resultó ser, según mis expectativas, tan rentable? Si bien es cierto que esta medida será de carácter voluntario según el criterio de las universidades nacionales para imponer una taza ¿Por qué deberíamos autofinanciarnos si no podemos, o no queremos entrar a una universidad privada para especializarnos? En la actualidad se cuenta con el respaldo del estado para coger otra, o más, al terminar el bachiller -situación poco probable cuando uno ya cuenta con un trabajo estable luego de su profesionalización-; pero si la educación estatal es pagada con nuestros impuestos, y el gobierno le invierte un mínimo de presupuesto (que ni siquiera cubre, ya que se ha gastado menos del 10% del total destinado en el primer trimestre del año) ¿no debería financiarnos, aunque sea, una segunda carrera?
Eliminación del bachiller automático: No nos confundamos. La urgencia de elevar el grado de investigación en el Perú es mucha, y sería ideal que todos los estudiantes se esmeren en hacer una tesis para aportar sus conocimientos a la nueva generación. Sin embargo, la propuesta de tesis ya está establecida para obtener el grado de licenciatura. Hacerla necesaria para conseguir el título de bachiller sería designar al universitario egresado al campo laboral con un reconocimiento no mayor al que significaría contratar una institución de formación técnica, que si bien ha venido obteniendo un progreso significativo, aún se mantiene subestimada por el mercado profesional. Por su misma condición de estatal, la realidad de las universidades nacionales se caracteriza por tener alumnos que no tienen los recursos para costearse una universidad privada, y por los mismos requerimientos que exige elaborar un proyecto de investigación – que no es materia de gasto del estado, sino de buena voluntad de cada quién- la mayoría, antes que invertir en una tesis, sale directamente a laborar. La imposición de elaborar una tesis por obligación (a parte del idioma inglés necesario art. 40º) que hará más difícil la profesionalización de las clases bajas puede ser sustituido por políticas que hagan más atractivo el trabajo investigativo, entre ellas las oportunidades de becas, asesoría gratuita, promoción del tema investigado por parte del ministerio y otros ítems que conllevarían un poco más de gasto presupuestalasignado, pero que incrementarían en mucho las licenciaturas obtenidas por esta opción, y aumentaría la calidad de estas para motivar el conocimiento que exige la globalización, con profesionales lo suficientemente capacitados que contribuyan al mejoramiento de la calidad de vida de la población.
La acreditación obligatoria: La idea de que las universidades sean evaluadas para certificar la calidad que ofrece por una entidad externa permitirá que tales instituciones eleven sus estándares de educación superior si quieren incrementar o mantener el número de sus postulantes, lo que a los estudiantes les resultará beneficioso puescontarán con profesores capacitados, infraestructura en buen estado para utilizarse, currículas actualizadas, y la información dispuesta a los demandantes para saber a qué universidad les conviene ingresar. Esperemos que en este aspecto, se proceda a una verdadera reforma y que no se use como escudo para cerrar las instituciones nacionales y centralizar la educación en manos de las empresas privadas, sino ocuparse de mejorar los sistemas antes de darse el caso (desaprobación tres veces en un plazo de siete años).
Estudiantes eternos: A pesar de que la educación es un derecho, tampoco es dable que el estado invierta en alumnos que no cumplen sus deberes como estudiantes que repiten cursos y reiteradamente abandonan créditos, algunos con intenciones de mantener otros fines. No se atenta con la libertad de ejercer política, sino que se ajustará a los principios que la rigen y para que quienes lo quieran hacer, lo hagan en el marco de sus años regulares de estudio, con acciones que den solución práctica a los problemas del desarrollo en el ámbito universitario y no se conviertan en centros de concentración de partidos, como tiene presencia todavía el APRA o el Movadef en algunas universidades.
La ANR: Si las universidades rigiéndose por sí solas no cubren las necesidades que mantiene una educación eficiente para la mayoría, y peor si busca en esta adinerarse bajo la mesa, es necesaria la intervención del estado como fiscalizador. No se habla de un régimen dictatorial puesto que se realizará a través de la creación de una Superintendencia Nacional de Educación Universitaria que, si bien está ligado al ministerio, nos dará cuentas de lo que pasa con las autoridades estudiantiles como el uso de los recursos y la autorización o negación a la creación de nuevas casas de estudios en el país. Que en nombre de la autonomía universitaria no se blinde la corrupción para que el negocio mercantilista siga anteponiendo el lucro a la verdadera educación.
La impresión que tengo sobre la propuesta de ley es que pudo ser prolijamente mejor elaborada. Toda legislación es perfectible. Sin embargo, aun con sus limitaciones que pueden ser corregidas conforme se avanza en el proceso, es superior a la actual. Espero ciertamente que en el debate de hoy se hagan las modificaciones adecuadas para minimizar las debilidades que proyecta. Y ratifico que nuestra posición de estudiante nos sitúa en el de una persona preparada, consciente, en representación de la civilización; no en el de un simio neardenthal que sale a las calles a tirar piedras. Debate, crítica y hechos, pero no violencia.